El Instituto Nacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) remarca que la situación excepcional en la que nos encontramos inmersos debería hacer replantear a las empresas un cambio en la prevención de los riesgos laborales, dando especial importancia a la evaluación de los riesgos psicosociales. En este post de Conversia profundizamos sobre este aspecto.
Tener en cuenta los riesgos laborales en el contexto de “nueva normalidad”
Para la gran mayoría de la población española, normalmente septiembre es el mes de la vuelta a la rutina: fin de vacaciones, regreso a las escuelas, inicio de temporadas deportivas, etc. Sin embargo, este año todo es diferente: los que hemos disfrutado de vacaciones, seguramente hemos vivido las más raras de nuestras vidas. Y el retorno a las costumbres ha sido reemplazado por el comienzo “oficial” de la “nueva normalidad”.
Después de seis meses, los estudiantes vuelven a las aulas en un estado de incertidumbre y, poco a poco, la mayoría de empresas animan a sus empleados a regresar a las oficinas. Para ello, se fijan protocolos seguros entre los que figuran las entradas escalonadas, la reorganización de los puestos físicos de trabajo (mesas), la ventilación y desinfección de las instalaciones o la limitación del uso de espacios comunes, entre otros.
Sin embargo, el Instituto Nacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo recuerda que, tras la excepcional experiencia que hemos vivido, los riesgos laborales a evaluar a la vuelta a la oficina no son solamente los referidos al bienestar físico, sino que también se deben tener en cuenta los aspectos psicosociales. Es decir, es igual de importante prevenir el contagio del virus entre los trabajadores que velar por su salud emocional y psicológica.
Ante la incertidumbre, aumento de la ansiedad entre los empleados
Según el INSST, las compañías deberían hacer reflexionar a los empleados que la situación actual “puede provocar un impacto emocional”, que “el miedo y el estrés son reacciones normales en este momento y que cada persona lo vive con una intensidad distinta”. Asimismo, recomienda a las empresas que un buen ejercicio sería fomentar el bienestar emocional y facilitar un servicio de apoyo psicológico a los trabajadores. El organismo señala que algunas de las preocupaciones más comunes entre los empleados son la ansiedad, la incertidumbre y el miedo al posible contagio y los pensamientos negativos y las dudas sobre el futuro profesional.
Otros elementos que pueden generar estrés es el uso de la mascarilla, el hecho de estar “encerrados” entre mamparas, la imposibilidad del contacto físico con los compañeros o la desconfianza de estar demasiado cerca de alguien que no sabes con quien habrá tenido contactos fuera del trabajo. Todos estos factores pueden provocar el aislamiento, síntomas depresivos, obsesivo compulsivos, alteraciones del sueño, trastornos digestivos, taquicardias, crisis de angustia y ansiedad e, incluso, podrían llevar a malas conductas para la salud, como comer, beber o fumar de forma compulsiva. Los expertos señalan que las compañías deben velar por prevenir estos riesgos psicosociales para poder garantizar el desarrollo de la actividad empresarial y evitar bajas laborales.
El estudio “Impacto del Covid-19 en la salud psicológica de los trabajadores”, realizado por la consultora Affor, concluye que el 42% de la población trabajadora presenta síntomas de ansiedad ante la situación de la vuelta al trabajo y que el 27,3% percibe un empeoramiento en su salud en las últimas semanas. Desde el Colegio de Psicología de Madrid remarcan que “la vuelta al trabajo nos va a afectar más, no solo por la incertidumbre sino, sobre todo, por la inseguridad, lo que provoca miedo e incluso ira, hecho que puede generar reacciones descontroladas”.
Cómo prevenir los riesgos psicosociales en el trabajo
¿Cómo se pueden prevenir los riesgos psicosociales en el seno de la empresa? A parte de sesiones con profesionales, los expertos también apuestan por una serie de recomendaciones que todos deberíamos tener en cuenta para asumir esta nueva situación:
- Es aconsejable que los trabajadores mantengan una rutina en su vida diaria, organizar y controlar sus horarios, tanto laborales como personales, así como que conserven (en la medida de lo posible) el tiempo de familia y ocio.
- Es primordial eliminar los tabúes acerca de la salud emocional. De la misma forma que se acude a un fisioterapeuta cuando tenemos alguna dolencia física, se debe acudir a un psicólogo al notar ansiedad, miedos o estrés.
- Los responsables de equipo deberían familiarizarse con los cambios de actitudes de los empleados que puedan advertir angustia emocional y dedicar tiempo a implantar mecanismos para afrontar estas situaciones.
- La clave para las empresas es la comunicación. Informar sobre los protocolos implantados y “obligar” a la plantilla a cumplirlos dan seguridad a aquellos empleados que se sienten más vulnerables ante la nueva situación.
En definitiva, debemos acostumbrarnos a un contexto incierto, tomando consciencia que los planes pueden variar en cuestión de minutos y aprendiendo a interpretar y canalizar nuestras emociones.